Sudor, la almohada empapada, el boxer también. Me despierto, voy a orinar, el calor pienso medio en sueños, el eterno verano ha de ser, o porque no la maldita próstata que con los años crece, eso si tenés suerte, a algunos les va peor. Me vuelvo a la cama, pongo una toalla sobre la almohada para poder dormir. Sueño, tengo uno recurrente. Alguien se arrastra en medio de manchas rojas, de sangre ha de ser, yo que siempre sueño en blanco y negro, de repente veo un color. Será que lo asesinaron, o quizás se suicidó, seré yo o algún otro. Me despierto traspirando. Voy de vuelta al baño, me cambio el boxer, tiro la toalla con bronca, el perro a un costado de la cama se asusta y se va a acostar al pasillo. Creo que me vuelvo a despertar, a la mañana no estoy seguro, me mido la glucosa y la tengo muy alta. Cosa rara, los sueños siempre huyen de mi consciente, este del tipo o yo arrastrándose queda fijo.
La noche que sigue, repetición de la anterior, sudor, orinar, el que se arrastra por el cuarto ensangrentado, boxer y almohada húmedos, me despierto varias veces, a la mañana la glucosa altísima.
Otra noche, me cuidé con la fruta, la comí como alguien normal y no alguien que se está suicidando. Traspiro menos, a la mañana la glucosa casi normal. Me duermo en los laureles, como de todo, cual alguien sano, y la noche terrible, el sueño que ya es fijo y después de sacar a los perros la glucosa muy alta.
Un amigo me recomendó una bruja, o algo así, que hace de todo, y también interpreta los sueños. La llamo, desconfía, me pide señas del amigo. Me pide que la llame en dos días, las noches se repitan, calor, sudor, creo que me vuelvo loco, y no dejo de soñar con la sangre.
La curandera me recibe, me hace pagar la consulta antes de nada, no es barato, la vieja me ofrece masajes como los que se hace mi amigo. Lo rechazo, pensar que ese engendro me pueda tocar me da nauseas, creo que ella se da cuenta, mueve la cabeza en negación, me mira de mala manera. Le cuento todo. Me pregunta qué pasa con mi sangre. No le contesto, hasta que me doy cuenta que todos los días me pincho para medirme la glucosa. La marrana se ríe, Usted sueña con su diabetes, que todos los días la mide, y vive la noche torturado pensando cuan alta tiene la enfermedad. Se ríe, lo suyo es fácil dice. No me causa gracia, le digo que por la boludez que me dijo, me devuelva la plata. Da un gritito y aparece un urso que me agarra de los hombros y a los empujones me saca del cuarto, me tira al palier, y me dice que no vuelva o no la voy a sacar barata.
Voy al médico, sos un caso perdido me dice, si no cambias la manera de vivir te vas a morir y eso más pronto que más tarde. No le digo nada, pero lo miro con odio, se da cuenta, si no te gusto búscate otro médico, me dice, estos médicos de las mutuales son unos cretinos, si fuera uno privado ya me estaría hablando de otro modo.
Ensimismado cruzo la calle sin fijarme, un coche, un taxi, me lleva por delante. Aunque siento que agonizo, escucho la ambulancia venir, cuánto tarda, me voy a morir aquí en la calle rodeado por todos estos desconocidos de mierda.